Baltasar Santos
  Xarxa sindical

30 Oct, 2007

La crisis de infraestructuras: la consecuencia del modelo neoliberal

Escrito por baltasarsantos 08:49 | PermalinkEnlace | Commentscomentarios (0) | TrackbackRetroenlaces (0) | General

Mucho se habla del déficit en infraestructuras existente en Catalunya y de los problemas que hoy sufrimos los trabajadores/as: largos colapsos circulatorios, contaminación (que existe aunque lo niegue el primo de Rajoy), socavones, grietas e incidencias en las catenarias que nos dejan encerrados en los trenes. Mucho se habla también de que los traspasos de la gestión de cercanías significará una mejora radical del servicio de cercanías. Por último, de lo que más se habla últimamente es de si la ministra Magdalena Ãlvarez debe o no dimitir.

La situación que ahora sufrimos es consecuencia de una cuestión fundamental: la falta de inversión pública en el mantenimiento y mejora de las infraestructuras, que de manera atroz se ha dado especialmente durante los gobiernos de la derecha política. La misma falta de inversión que causó 43 muertes en el metro de Valencia, el cual gestiona el gobierno autonómico del PP, o la misma falta de inversión que causó el brutal accidente en los trenes del Reino Unido tras privatizase su gestión en la época Thatcher, y que llevó a la Unión Europea a emitir un dictamen aconsejando al gobierno británico que renacionalizara el control ferroviario “puesto que la gestión privada sólo entiende de beneficios a corto plazoâ€.

El análisis del problema nos lleva a un debate político, ideológico, que enfrenta dos concepciones clásicas:

Un modelo neoliberal basado en la contención (eliminación) del gasto público y en la privatización de los servicios públicos (hoy reconvertidos en servicios de interes general) y un modelo socialista (en su acepción clásica) basada en una fiscalidad progresista redistributiva que tiene como uno de sus fines crear, mantener y mejorar unos servicios públicos dignos y de calidad para la mayoría social (es decir, la clase trabajadora). A estas alturas del partido va ganando el modelo neocon, y por eso sufrimos sus consecuencias.

Lo que la izquierda está haciendo en primera instancia es intentar paliar ese déficit de inversión que debe permitir nuevamente tener infraestructuras dignas y adecuadas para prestar un buen servicio a los ciudadanos, pero la resolución definitiva del problema no se logrará sino somos capaces de cambiar de modelo, si la izquierda no se desliga absolutamente de las presiones del capital, ávido de seguir especulando con el sabroso trozo de pastel que los servicios públicos representan en forma de negocio, que no de servicio.

Lo que reclama la mayoría social no es sólo la resolución puntual de los problemas, sino que se garantize que lo sucedido no volverá a repetirse nunca más; y para ello es necesario garantizar el control público de aquello que pagamos mediante nuestros impuestos, y no que achaquemos las culpas a la gestión de tal o cual empresa, o de tal o cual Administración. Es fundamental que nuestros gobiernos controlen y gestionen nuestras infraestructuras y nuestros servicios públicos, sin recurrir a la externalización, privatización, consorciación, o cualquier otra fórmula que no sea el control público. Derivado de lo anterior, es necesario garantizar que los servicios públicos y sus infraestructuras no sean objeto de negocio o especulación, ni para el capital privado, ni entre gobierno autonómico y central.

Hablar de las infraestructuras es hablar de ideología, ya que corremos el riesgo de tropezar nuevamente con el modelo neoliberal, y que en base a ello, una vez saneadas las infraestructuras con nuestros fondos públicos, las dividamos en pequeños trocitos, las externalicemos, demos entrada al capital privado… y volvamos a estar igual otra vez. El modelo neoliberal, ha demostrado su incompatibilidad con los servicios públicos ya que los cataloga como negocio: es hora de lo público.


Mucho se habla del déficit en infraestructuras existente en Catalunya y de los problemas que hoy sufrimos los trabajadores/as: largos colapsos circulatorios, contaminación (que existe aunque lo niegue el primo de Rajoy), socavones, grietas e incidencias en las catenarias que nos dejan encerrados en los trenes. Mucho se habla también de que los traspasos de la gestión de cercanías significará una mejora radical del servicio de cercanías. Por último, de lo que más se habla últimamente es de si la ministra Magdalena Ãlvarez debe o no dimitir.

La situación que ahora sufrimos es consecuencia de una cuestión fundamental: la falta de inversión pública en el mantenimiento y mejora de las infraestructuras, que de manera atroz se ha dado especialmente durante los gobiernos de la derecha política. La misma falta de inversión que causó 43 muertes en el metro de Valencia, el cual gestiona el gobierno autonómico del PP, o la misma falta de inversión que causó el brutal accidente en los trenes del Reino Unido tras privatizase su gestión en la época Thatcher, y que llevó a la Unión Europea a emitir un dictamen aconsejando al gobierno británico que renacionalizara el control ferroviario “puesto que la gestión privada sólo entiende de beneficios a corto plazoâ€.

El análisis del problema nos lleva a un debate político, ideológico, que enfrenta dos concepciones clásicas:

Un modelo neoliberal basado en la contención (eliminación) del gasto público y en la privatización de los servicios públicos (hoy reconvertidos en servicios de interes general) y un modelo socialista (en su acepción clásica) basada en una fiscalidad progresista redistributiva que tiene como uno de sus fines crear, mantener y mejorar unos servicios públicos dignos y de calidad para la mayoría social (es decir, la clase trabajadora). A estas alturas del partido va ganando el modelo neocon, y por eso sufrimos sus consecuencias.

Lo que la izquierda está haciendo en primera instancia es intentar paliar ese déficit de inversión que debe permitir nuevamente tener infraestructuras dignas y adecuadas para prestar un buen servicio a los ciudadanos, pero la resolución definitiva del problema no se logrará sino somos capaces de cambiar de modelo, si la izquierda no se desliga absolutamente de las presiones del capital, ávido de seguir especulando con el sabroso trozo de pastel que los servicios públicos representan en forma de negocio, que no de servicio.

Lo que reclama la mayoría social no es sólo la resolución puntual de los problemas, sino que se garantize que lo sucedido no volverá a repetirse nunca más; y para ello es necesario garantizar el control público de aquello que pagamos mediante nuestros impuestos, y no que achaquemos las culpas a la gestión de tal o cual empresa, o de tal o cual Administración. Es fundamental que nuestros gobiernos controlen y gestionen nuestras infraestructuras y nuestros servicios públicos, sin recurrir a la externalización, privatización, consorciación, o cualquier otra fórmula que no sea el control público. Derivado de lo anterior, es necesario garantizar que los servicios públicos y sus infraestructuras no sean objeto de negocio o especulación, ni para el capital privado, ni entre gobierno autonómico y central.

Hablar de las infraestructuras es hablar de ideología, ya que corremos el riesgo de tropezar nuevamente con el modelo neoliberal, y que en base a ello, una vez saneadas las infraestructuras con nuestros fondos públicos, las dividamos en pequeños trocitos, las externalicemos, demos entrada al capital privado… y volvamos a estar igual otra vez. El modelo neoliberal, ha demostrado su incompatibilidad con los servicios públicos ya que los cataloga como negocio: es hora de lo público.


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