20 Set, 2008
Gerardo Diaz, Camarada Presidente de la CEOE
Esta claro que hablar es gratis. Uno va, dice lo que le apetece i no pasa nada. Eso es lo que ha hecho el presidente de la organización patronal CEOE, Gerardo DÃaz. El máximo dirigente de los empresarios españoles ha pedido, ni más ni menos, que la suspensión temporal del libre mercado. La situación económica, según su parecer, lo requiere.
Ha reconocido sin ambages que el sistema capitalista no tiene herramientas propias para solucionar sus propios desaguisados. No se si estamos delante de la conversión al socialismo de uno de los cuadros del neoliberalismo, que cómo San Pablo se ha caÃdo del caballo camino de Damasco; o ante uno de los mayores actos de cinismo verbal de los últimos tiempos. Creo más bien que se trata de lo segundo. Gerardo DÃaz pide en pocas palabras que el mismo Estado que en tiempos de vacas gordas debe mantenerse alejado de la economÃa, ahora que las vacas adelgazan a marchas forzadas debe intervenir hasta el punto de convertirse en avalista de operaciones financieras y seguro de vida de sus beneficios presentes y futuros.
Es más, se permite el lujo de calificar las medidas de urgencia del gobierno de escasas. Para DÃaz el ejecutivo de Zapatero debe poner el Instituto de Crédito Oficial (ICO) al servicio de la empresa i garantizar con sus recursos los préstamos que negocien empresas y entidades financieras. Nada más.
Desde luego es una forma de suspender el libre mercado un tanto interesada y, por supuesto, vergonzosamente ventajista. No esperaba menos.
Imagino por un momento que en la lÃnea del presidente de la CEOE, los sindicatos hubieran pedido la nacionalización de la banca y de los sectores estratégicos de la economÃa o incluso la salida de España del Banco Central Europeo para recuperar autonomÃa en polÃtica monetaria. Los habrÃan despellejado, directamente.
Gerardo DÃaz ha tenido más suerte. Sólo ha provocado la hilaridad de la concurrencia y, como mucho, el sonrojo de sus correligionarios que no se esperaban semejante salto mortal ideológico. Se puede pedir que el Estado desregule la contratación y, a la vez, que se les bonifique por hacer contratos indefinidos; se pueden exigir bajadas de impuestos y pedir, sin ruborizarse, que el Estado inyecte sus reservas de capital en auxilio de la banca; se puede criticar la baja productividad de nuestro paÃs y representar a un tejido empresarial que no invierte en innovación tecnológica ni tampoco apuesta por la formación de los trabajadores. Todo menos pedir la suspensión temporal del capitalismo. Eso es ir demasiado lejos. Demasiado lejos si, pero en cinismo y poca vergüenza. Con la ilusión que me habrÃa hecho llamarle camarada, aunque sólo hubiera sido durante ese revolucionario paréntesis del libre mercado.25 lectures
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