Pepe y Compañeros
Articulos para el estudio y debate. Pertenecen al grupo de Tribuna Socialista ( Silla ) Xarxa sindical

5 Jun, 2006

Bilbao 2006

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DECLARACIÓN DE BILBAO Reunidos en Bilbao firmantes del Manifiesto de Silla, tras un fructífero intercambio con otros compañeros socialistas, queremos compartir nuestras reflexiones con cuantos participan del proyecto socialista. Nuestra responsabilidad como socialistas democráticos En el Manifiesto de Silla afirmamos: “ante el ataque a los derechos democráticos, el Partido Socialista Obrero Español no puede dar ninguna muestra de debilidad, debe responder a las expectativas abiertas el 14 de marzo-04”. Es ahora, cuando la derecha reaccionaria extrema sus ataques contra el Gobierno y contra la mayoría de las Cortes, conside¬ramos indispensable el cierre de filas para afirmar que el socialismo hará honor a sus compromisos con los electores, los trabajadores, los ciudadanos de este país, en definitiva su compromiso con la mayoría social. Para derrotar el asalto de las fuerzas del pasado, nos parece clave garantizar plenamente las libertades democráticas, defender y reforzar las conquistas sociales, allanar el camino al diálogo y la negociación para resolver los grandes problemas pendientes. Los que acosan y quieren hundir el Gobier¬no, le reclaman que disgregue la función pública con un Estatuto de mínimos, y eso dañaría a los derechos de los ciudadanos. Promueven la privatización, eliminando los servicios públicos mediante la asfixia presupuestaria. Allanan el terreno con directivas como la “Bolkestein”. Las multinacionales del automóvil reclaman la desreglamentación laboral total, para poder maximizar su beneficio a costa de los costes laborales, destruyendo empleo y/o deslocalizando la producción a tros países. Es necesario que nuestro Gobierno tome como una prioridad la defensa de la industria del automóvil, la energía, y que defienda los puestos de trabajo. Nos parece importante superar la tentación de zafarnos de las presiones de la derecha haciendo concesiones que menos¬caben nuestra sintonía con la mayoría progresista y democrática. Ceder es disgregar la base del socialismo y comprometer la convivencia. Ceder es perder. No podemos ocultar que nos preocupan los compromisos del Gobierno con las patronales de negocios privados de la enseñanza, con la Iglesia, y la precariedad insostenible en que queda el sistema de salud tras un acuerdo de financiación que no está a la altura de nuestros compromisos electorales. Constituyendo esto último la contradicción fundamental entre Estado de Bienestar y Modelo actual Europeo. Constatamos que las fuerzas reaccionarias, en manifiesta minoría, buscan apoyos al margen y en contra de los mecanismos democráticos. La mayoría elegida por los ciudadanos se ve bombardeada desde los tribunales, el poder judicial, el Consejo de Estado, mandos militares la patronal, y sufre injerencias de otros elementos que nada tienen que ver con la mayoría de la sociedad. Los poderes económicos pretenden dictar lo que el Gobierno debe hacer. Y hay una injerencia internacional sin precedentes. El embajador de Bush vino con una “lista de tareas” y ahora un embajador extraordinario quiere dictar la política de España en América Latina. El Vaticano exige, contra un creciente clamor democrático, más financiación pública. Y sobre todo no pasa día sin que la Unión Europea imponga medidas contrarias a lo que los electores y la mayoría trabajadora esperan de este Gobierno. Todo esto sólo se puede contrarrestar reforzando la cohesión de la gran mayoría con medidas que correspondan a sus intereses, como las que enumeraba ya el Manifiesto de Silla y en los textos que componen el Boletín “Tribuna Socialista”, que hoy 25 de febrero comienza su andadura. La defensa del Gobierno y de los ayuntamientos socialistas Los ataques de la derecha no nos dan miedo. Sí nos preocupa el eco que esos ataques hallan en la izquierda. ¿Es admisible que dirigentes sindicales se deshagan en elogios del gobierno de Aznar o, como la semana pasada un sindicalista catalán, del anterior gobierno de Pujol? ¿Y que dirigentes del PSOE manifiesten nostalgia por esos gobiernos?. Es un hecho que grupos mediáticos, supuestamente amigos, concentran toda su propaganda en exigir que el PSOE pacte con el PP, que haga suya la política del PP en nombre del consenso, de las víctimas o de qué dirán en Bruselas. Pero ¿no es un error secundar esa campaña en nombre del socialismo?. El máximo argumento de esos falsos amigos son las elecciones municipales de 2007 y 2008. Pero la amenaza para las candidaturas socialistas viene de los que quieren separarnos de nuestros electores. Votan los 18 millones trabajadores, los 3 millones de autónomos, no las constructoras, y multinacionales en general. Por tanto lo que amenaza nuestras candidaturas es que la especulación siga dominando la vivienda, que la electricidad y el agua se encarezcan, que la precariedad y la subcontratación sigan haciendo estragos, que el dinero de la sanidad y la enseñanza pública vaya a engordar negocios privados. Defendamos al Gobierno y a los ayuntamientos socialistas apoyando todas las medidas que corresponden a las exigencias de la mayoría social. El socialismo democrático y la cuestión territorial Los enemigos de la democracia intentan utilizar los problemas nunca resueltos de Cataluña y Euskadi para dinamitar al gobierno Zapatero, al PSOE y la convivencia entre los pueblos. Nadie puede subvalorar esa amenaza. El acuerdo sobre el estatut se hace bajo la amenaza de la cúpula militar, que utiliza a un general a punto de ser jubilado. Constatamos que el discurso del general Mena no ha sido un hecho anecdótico, ha contado con complicidades institucionales e internacionales que debemos tener presentes. Como socialistas, no debemos propiciar el enfrentamiento, debemos ser intransigentes en eso. Confiamos en los vínculos tejidos en la lucha común por la democracia y el progreso. Partimos del acervo común de los trabajadores de este país, de sus conquistas sociales, de las libertades y derechos democráticos que juntos hemos conquistado, y que incluyen la seguridad social de todos y el sistema de negociación colectiva de todos, amenazado desde el Decretazo que provocó la Huelga del 20-J-02. Debemos defender este patrimonio común, y eso exige la unidad de los trabajadores y los aliados de la clase trabajadora. La mayoría social somos partidarios de la democracia en toda España. Por eso saludamos la decisión de las direcciones de UGT Euskadi y el sindicato nacionalista LAB de reunirse para abordar el papel del sindicalismo obrero en la superación de esta situación política. La crispación entre los pueblos y dentro de cada pueblo, amenaza esa unidad y hace el juego de los que quieren destruir las conquistas comunes. Por eso el socialismo democrático tiene la responsabi¬lidad de ir hasta el final en el diálogo y la negociación, dando la palabra a los pueblos. Nosotros no podemos tener miedo de la voluntad de los catalanes o de los vascos. Y a partir de ahí podemos desautorizar a quienes inculcan en Cataluña o en el País Vasco la desconfianza en los trabajadores y progresistas de toda España. No admitimos que se denigre a los socialistas catalanes y al gobierno catalán que, más allá de sus aciertos o errores, es una conquista del socialismo, de la izquierda y del pueblo catalán. Los enemigos de la convivencia quieren acabar con ese gobierno para luego acabar con el gobierno Zapatero. Nos preocupa que algunos, al socaire de las presiones de la reacción, pretendan atar el socialis¬mo a las fuerzas de la derecha “liberal” y clerical que durante veintitrés años sembraron la división y el enfrentamiento entre los pueblos, bloquearon el progreso, chantajearon al gobierno González para que recortase los gastos sociales y fueron el mejor apoyo del gobierno Aznar. Queremos que nuestro Gobierno mantenga las manos libres de ese tipo de ataduras para satisfa¬cer las aspiraciones democráticas del pueblo catalán, de las que son un indicio la multitudinaria manifestación de Barcelona. Por otra parte, vemos cómo sectores reaccionarios atrincherados en el aparato judicial y otras fuerzas quieren cortocircuitar la iniciativa del Gobierno de abrir un proceso de diálogo y negocia¬ción en el País Vasco. No podemos sino recordar que todos los pueblos de España volvieron la espalda a la campaña de manifestaciones antiterroristas de Aznar. Recordamos también la manifestación de un millón en Barcelona exigiendo diálogo tras el asesinato del compañero Ernest Lluch. Y a los que pretenden acomplejarnos con sus baladronadas patrióticas, les recordamos que las encuestas dan un 3,5% de jóvenes dispuestos a sacrificarse por la unidad de España, porque esa no es la preocupación de la mayoría, es una campaña que trata de provocar artificialmente el enfrentamiento. Quieren desnortarnos. Pero el socialismo tiene el compromiso de allanar el camino a la convivencia entre los pueblos mediante el diálogo y la democracia. Sí es cierto que 30 años de autonomías han creado un terreno abonado para las manipula¬ciones, para las campañas de todas las derechas. Los errores cometidos en ese sentido no deben profundizarse. Pero la unidad para superar esas fisuras sólo puede conseguirse movilizando a los pueblos por la libertad de todos, por la capacidad de decidir de cada pueblo y de todos juntos. Por último, afirmamos que la unidad es también necesaria dentro del Partido Socialista Obrero Español. Por ello, la única voluntad de los firmantes del Manifiesto de Silla es la de unificar las posiciones de izquierda en el partido, configurando un referente ilusionante y de izquierdas para los miles de afiliados que han caído en el hastío y han abandonado la militancia. Así como para los millones de electores, pertenecientes a la mayoría social, que desisten de acudir a las urnas en las contiendas electorales. Sólo conocemos un método para hacer la unidad de la izquierda: El debate libre y democrático, huyendo de la triquiñuela burocrático, y con el máximo respeto a los estatutos y resoluciones de los congresos. Insistimos, el objetivo no es un nuevo grupo, una nueva “familia”. Tenemos un Partido centenario, a caballo entre tres siglos de historia en España y con vínculos en las raíces más profundas del socialismo internacional e internacionalista. Tenemos muy presente el “tsunami” político que han sufrido y/o están sufriendo otros partidos socialista europeos, véanse los ejemplos de Alemania, Francia o Portugal. Cada uno de ellos a su modo, pero todos con nefastas consecuencias para el socialismo y para el Estado de Bienestar. La más grave, el escisionismo en el SPD alemán. La unidad es incompatible con la escisión. Bilbao, 24 de febrero de 2006

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